La planta prodigiosa

Doy fe al lector que se adentre en estas páginas, de que el escrito que tiene en sus manos es cuanto menos insólito. Se trata de la transcripción de unos pergaminos de incalculable valor escritos por los Monjes del Antiguo Mu. Éstos son una orden de místicos que desde el origen de los tiempos viven apartados del resto de la civilización, según sus propias doctrinas y cronología, en un enclave muy secreto.  Se sabe muy poco de ellos, salvo algún dato geográfico indefinido y que viven y trabajan a la manera de los antiguos. No obstante, un confidente infiltrado con indudable riesgo para su salud, nos ha hecho llegar los pergaminos por mor del enriquecimiento de la civilización occidental.

Los originales de los documentos que tiene el lector en sus manos datan del año 329 de la Era del Escorpión Retorcido, y en ellos, aquellos monjes aislados del resto de la humanidad, relataron el testimonio de las aventuras y desventuras a lo largo de los tiempos de un ser peculiar en todo el planeta.

Dicho ser particular es … una planta. Un organismo vegetal por el que se sucedieron batallas, grandes pasiones y micciones regulares, según los Monjes del Antiguo Mu de la Era del Escorpión Retorcido.

Traducido lo más fielmente posible a la lengua castellana desde su complicado dialecto, y habiéndose conservado en lo posible la ortogramática y la idiosincrasia original para análisis y divertimento del lector, el testimonio del monje anónimo reza como sigue (con la traducción sospechamos que se ha perdido algo de contenido, pero aseveramos que lo hemos entendido todo correctamente).

Rogamos que no se asuste.

Día 5 del Mes del Azulejo Granívoro:

Hete aquí que tengo en mis manos un arbustae de la familia de las assam-icas, de follias medio ovaladas medio aserradas, de color verde como el del rostro del hermano Chu-Lin cuando se le indigestan las acelgas. Las floraes son blancas de cuatro pétalos con el centro amarillo y las fuertes raíces se agarran a la tierra con una determinación como la del hermano Chu-Lin cuando se agarra al retrete. El plantae es de lo más interesante, peculiar y misterioso, y vamos a estudiarlo con todas las técnicas sumamente místicas y secretas que nos, los sagrados siervos del Divino Mu perdidos en mitad de la nada que… digo, enclavados en lo alto de la Montaña Eiiiaggallaröjuy, volcán en activo, poseemos y transmitimos de generación en generación.

Día 7 del Mes del Azulejo Granívoro:

He empezado a trabajar con el plantae. El hermano Lu-Ni me ha traído una solución de catorce carbonos con dieciocho hidrógenos, y dos nitrógenos con cinco oxígenos con la que pretendemos hacer “cantar” al folliaje. Dicen las ancestrales escrituras que hace justo eso, cantar. Los antiguos en numerosas ocasiones no dejaban nada claro con su lenguaje harto ambiguo. Me tomo un descanso mientras medito en solitario viaje por los parajes del Eiiiaggallaröjuy, cuyo nombre explica perfectamente que puede explotar en cualquier momento. Dejo el plantae un mes sumergidas sus fuertes raíces en la solución de catorce carbonos con dieciocho hidrógenos, y dos nitrógenos con cinco oxígenos, para despertar sus taninos, serotoninos y cuerdae vocale. Después, con nuestros más secretos rituales, cánticos, rezos y murmuraciones procederemos a conectar filosóficamente, plantae y nos.

Monje budista. Fuente: salir.com

Día 10 del Mes del Colibrí Colorado:

Divino Mu. Qué hemos hecho. Los antiguos, que el Divino Mu tenga en el fondo del Eiiiaggallaröjuy, no explicaron bien qué era esto de “cantar”. El plantae ha aprendido a hablar y no se ha callado. Nunca, en más de un mes. Eones de plantaes silenciosos pesan sobre su pequeña y vegetal esencia y tiene mucho que decir. Me duelen todos los miembros de transcribirlo todo. En ocasiones me dan ganas de arrancarle todos SUS miembros, tan verdecitos y locuaces todos ellos.

Esto es un resumen de todo aquello que ha dicho hasta ahora en su extraña jerigonza la malnac… el pequeño milagro vegetal, en un coro de vocecillas irritantes, tantas como follias tiene, así como mis réplicas, tan pacíficas y zenes como se puede esperar de un sagrado siervo del Divino Mu que NO alberga instintos asesinos:

Ouuuaaah, ¡buenos días! Oye, qué calvo te vemos, no te vendrían nada mal unas cuantas hojas ahí arriba. Qué bonito es esto, ¿no? Oye, ¿por qué sale humo de esa montaña tan rara de ahí arriba?

Eso es el Sagrado Monte Eiiiaggallaröjuy, un poderoso volcán activo. Nos gusta estar cerca de los regüeldos del dios.

Aaaah, qué interesante. Y qué raro. Vale otra cosa, nos ha encantado esto que nos has puesto para comer. Queremos más. Mucho más. Ya no podemos vivir sin esta sustancia tan deliciosa. Creemos que en los años venideros haremos muy buenas migas, nuestra esencia y la suya (*). Oye, de verdad de verdad que te quedaría mucho mejor algo más de vegetación en la testa. Nos aburrimos, ¿por qué nos has despertado tan pronto? Pregunta, ¿qué quieres saber? Dispara, que queremos volvernos a dormir. Y un tanque de esa cosa dulce, si no te importa, por favor.

Mmmm… No-te-importa-mi-pelo-muchas-gracias. Nos, los humildes siervos del Divino Mu, queremos saber, para conocimiento de las naciones venideras, tu nombre, oh plantae desconocido, tus propiedades, tu origen y el testimonio de tu paso por el mundo, para que quede escrito en el sitio donde están escritas las cosas.

Ah, ¿sólo eso quieres? Bueno, entonces tenemos para rato, esperamos que no tengas nada mejor que hacer. Nuestro nombre completo es algo que tendrás que ganarte, porque somos una variedad sumamente rara y preciada, muy diferente al resto de nuestras hermanas menores. De momento conténtate con que en la transliteración antigua Peh-Reh-Jil de la lengua de nuestra tierra, nuestra asombrosa estirpe se conoce comúnmente como Té.

Camelia sinensis

¿Y de dónde viene vuestra asombrosa estirpe?

A eso iba, paciencia, nuestro buen calvorota. Venimos de la tierra del Sol Naciente, donde las civilizaciones más antiguas del planeta ya hablaban maravillas de nosotras, de nuestras magníficas propiedades y centenares de hombres partieron en nuestra búsqueda, porque éramos más valiosas que el jade. Somos más verdes que el jade.

Glumpf. Tenéis una alta opinión de vosotras mismas. ¿Y decís que hace tantísimo que se conocen vuestras propiedades?

Por supuestísimo, oye. El legendario emperador Shennong afirmó hace miles de años que nuestras infusiones tenían el poder de curar el cansancio, tumores, abscesos y problemas de vejiga.

¡Vaya! ¿De verdad?

Y tanto, el legendario emperador Shennong tenía todo eso, y también cierta tendencia a la irritabilidad. Es lo que pasa cuando no puedes hacer pis felizmente, y no hablemos de poder sentars… ¡FLUP! … ¡Oye! ¡Que eso es nuestro! ¿Por qué, en nombre de todos los inframundos, nos arrancas?

Es que yo también tengo un absceso y sentarse es de lo más incómodo…

Pues inventas los cojines ergonómicos. ¡FLUP! … ¡Que dejes nuestras hojas en paz!

Vale, vale, continuad, os lo ruego.

Las manazas quietas. Bueno, después de que nuestras asombrosas propiedades se conocieran allende los mares, otra poderosa civilización quiso venir a por algunas de nosotras, y montaron sobre grandes elefantes para cruzar las altísimas cadenas montañosas en pos de la planta milagrosa que…

Creía que lo de los elefantes había sido por otra cosa.

¿Quién estaba ahí, tú o nosotras? Haz el favor de callarte o cerramos las bocas.

Ya-me-gustaría-a-mí-verlo … No, por favor, seguid, seguid.

Aníbal cruzando los Alpes. Fuente: Academiaplay.es

Y de camino se encontraron con otros que gritaban cosas como ¡por Júpiter! Y ¡por Saturno! Y las primeras grandes batallas se sucedieron para dirimir quién se quedaba con la planta sagrada.

¿Pero aquella lucha no fue por la conquista de Roma?

¡Fue por NUESTRA conquista! Si no, ¡díselo a las pobres hermanas que murieron para solucionar la halitosis del César!

Asombroso. ¿Y qué pasó luego?

Luego, viajamos en el zurrón de un druida hasta unas islas más al Norte de lo que habíamos estado jamás, y en esas islas habrían de apreciarnos como en ningún otro lugar de los cinco continentes, por nuestro sabor y textura junto con el agua hervida que tanto les gusta, hasta el punto de que dejaban de luchar contra los invasores que seguían gritando ¡por Júpiter! a las cinco de la tarde, para tomar una tacita de delicioso yo.

Ejército romano

¿Así que ya habéis estado en Gran Bretaña?

Por aquél entonces se llamaba Britannia. Pero sí, y aquella civilización fue finalmente conquistada y perdida, pero nosotras perduramos con los siglos, y llegamos a manos de los Templarios.

¿Los mismísimos Templarios?

Claro. ¿Sabes quiénes fueron?

Lo que sabe todo el mundo. Se supone que fueron una poderosa orden militar cristiana que protegía a los peregrinos a Jerusalén en las primeras Cruzadas… y existe la leyenda de que en Tierra Santa buscaban el Santo Grial… Espera. A ver si adivino. ¿A que no había tal Grial?

Exacto. También éramos nosotras el objeto de deseo de la Orden del Temple.

¿Cómo es posible…?

Bueno, desde la traducción de nuestro nombre en chino mandarín “Chá” al hebreo antiguo, de ahí a la lengua de los sarracenos (a los que también gustamos) y de ahí al latín indoeuropeo y de ahí a las variantes románicas… se pierden cosas.

¿¡Entonces el TÉ es el Santo Grial!? ¡Hay que reescribir la Historia entera! ¡Hermano Mu-Shu! ¡Trae el Códice Grandísimo del scriptorium!

Ejército Templario. Fuente: abc.es

Pero espera, ¡que aún no hemos acabado de contarte nuestra historia!

No, si ya sé cómo acaba. Ahora me diréis que los grandes conquistadores que partieron allende los mares en una peligrosa ruta hacia las Indias fueron para encontraros y llevaros al fin a Europa, ¿verdad?

¿Cómo lo has sabido?

Intuición de monje que ha visto y oído demasiado. Necesito inventar las vacaciones remuneradas. Debemos transcribir todo esto antes de que se pierda. Pero primero, ¿Nos diréis qué tipo de té tan especial sois?

Bueno, creemos que os lo habéis ganado. Como sabes, somos la Camellia Sirensis, “Té” para los modernos, de la rara variedad de… ¡FLUP!

¡Hermano Mu-Shu! ¿¡Qué has hecho!?

Es que yo también tengo un absceso y hace rato que este plantae charlatán no me deja dormir. Quiero comprobar si también funciona para el insomnio.

¿Plantae? Hola, ¿¡Plantae!? Perdonadnos, os lo ruego. El infractor será sacrificado por vuestro perdón. ¿Hola? ¿Ahora os calláis, en serio? Hermano Mu-Shu, vete un rato a rastrillar arena o lo que quieras y apártate de mi vista, o te mando de retiro perpetuo al fondo del Eiiiaggallaröjuy.

Y ya está, no nos ha llegado a nuestra civilización más información acerca de este desconocido “tê à tê” interespecie. Los traductores del manuscrito confiamos en que el monje anónimo no fuese demasiado duro con su compadre y que acomodase con esmero al plantae… digo, a la planta de té en un lugar confortable con vistas a un Eiiiaggallaröjuy en calma, y con una buena provisión de catorce carbonos con dieciocho hidrógenos, y dos nitrógenos con cinco oxígenos. Esperamos además que el lector de estas páginas haga buen uso de aquello que aquí ha sido revelado. Y le deseamos mucha suerte si emprende su propia búsqueda personal de tan especial variedad de té tal y como hicieron grandes personalidades, ficticias o no, a través de los tiempos.

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